Cuando como padres, educadores, o simples ciudadanos y ciudadanas tenemos que dar respuesta a preguntas como estas, normalmente no nos basta con ver los anuncios de la tele, que sólo nos dicen que seremos unas personas especiales si consumimos lo que nos quieren vender. Tenemos que mirar más allá de la etiqueta, de la marca, para saber que lo que nosotros usamos procede la mayoría de las veces de los que llamamos “países pobres”, y que las personas que lo han fabricado o producido sufren en muchas ocasiones unas condiciones de trabajo de las que no querríamos ser cómplices: Salarios de 10 céntimos a la hora (en el sector textil en China), jornadas de 12 y 14 horas diarias seis días a la semana, precios de materias primas agrícolas iguales o inferiores a los de hace décadas.
Sin embargo, aunque no queramos ser cómplices de esas situaciones, tenemos la coartada muy a mano, y nos hacemos siempre la misma pregunta: ¿Podemos hacer algo para evitarlo? Esa pregunta es la coartada perfecta: Nos respondemos que “no”, y se cerró el problema para nuestras conciencias… Leer más
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