TRABAJO DIGNO PARA UNA VIDA DIGNA

Julio Salazar. Presidente de Sotermun, y Secretario General de USO

Al enunciar el lema de ‘Trabajo digno para una vida digna’ se visualiza que la centralidad del trabajo (y las condiciones que le hacen posible) y de las personas que lo llevan a cabo es determinante para tener una vida digna. El trabajo digno se debe desarrollar en un contexto social pleno de derechos y garantías. Es un objetivo que debemos conseguir, pero que ni mucho menos, hemos alcanzado.

El trabajo decente es el punto de convergencia de cuatro objetivos estratégicos: el cumplimiento de los derechos fundamentales en el trabajo; el empleo; la protección social y el diálogo social.

El Estado de bienestar europeo se tambalea, mientras hay más de 1100 millones de personas en el mundo que no tienen más que un dólar al día para sobrevivir. Vivimos en un solo mundo. Lo que ocurre en la parte más alejada del planeta nos afecta, antes o después. De la mejora del nivel de vida de la última aldea de China o de África depende de cómo será nuestro futuro en pocos años. Estamos en un mundo interconectado, donde los estímulos al consumo, la huida de la pobreza, la búsqueda de nuevas oportunidades  incentivan los movimientos migratorios.

La ciudadanía de los países debe de estar vigilante y haciendo presión para modificar ese estado de cosas porque su bienestar depende de que el bienestar sea universal o no será. Las estructuras económicas y sociales existentes forjadas durante años reciben golpes o renovaciones constantemente. Se intercambian los fenómenos de deslocalización, abandono de tareas productivas, que incluso pueden provocar el abandono y desertización de áreas geográficas con, contemporáneamente, elaboración de nuevos productos o servicios, invenciones o innovaciones que trastocan todo el tejido productivo.

Aquí vuelve otra vez la reivindicación del trabajo digno. Es el que garantiza un proceso de globalización más justo, porque impone la necesidad de avanzar hacia un nuevo Contrato Social Mundial que garantice su universalización, basado en el respeto al trabajo humano y a todos los valores inherentes a él: la libertad, la solidaridad, la democracia, la educación, la paz o la justicia social.  El Trabajo Digno está anclado en los Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM). Esto es así, porque uno no se puede lograr sin los otros. Al fin y al cabo, los ODM, aunque se extienden en objetivos de salud, educación, no discriminación por género y desarrollo económico (donde está el tema del trabajo digno más explícitamente) todos ellos lo que tratan es elevar, de forma universal, para todos los habitantes del planeta, unas condiciones de vida digna, elemento necesario para ejercer la ciudadanía.

El trabajo digno es una estrategia de desarrollo porque hace central las políticas de un país y el índice de desarrollo. Eso permite decir que su cumplimiento es garantía de sostenibilidad del desarrollo. Porque incluye la ratificación, cumplimiento (porque hay mecanismos de inspección, control y sanción, incluyendo a las multinacionales) de las Normas Internacionales del Trabajo establecidas por la OIT, entre las que están la libertad sindical, remuneración justa, no discriminación por género, origen… Por eso, cuando se persigue a los sindicalistas y se cercena a los sindicatos como en muchos países del mundo, esa sociedad está enferma y no es sostenible institucionalmente ese modelo.

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