El pasado mes de junio se produjo el sabotaje con explosivos contra el oleoducto transandino, que afecta a las comunidades de la Unión Consejo Comunitario del Río Caunapí, Rosario Río Consejo Comunitario de la Unión y la aldea de Pueblo Nuevo. En respuesta, varias comunidades improvisaron pozos y cisternas, pero con un agua que carece de la calidad mínima para el consumo seguro. Por tanto, hay una alta probabilidad de que se produzcan brotes de enfermedades diarreicas e infecciones respiratorias, especialmente entre los niños y niñas menores de 5 años, así como enfermedades de la piel, infecciones en áreas genitales.
Doble impacto
“Antes de que se produjera la contaminación por petróleo, estas comunidades sufrieron inundaciones en mayo y debido a la intensificación de los combates en la zona, no recibieron ayuda. Tras el derrame de petróleo, la población perdió sus fuentes de abastecimiento de agua, por lo que se ven obligadas a consumir agua contaminada”, señala Néstor Arteaga, coordinador de agua y saneamiento de Acción contra el Hambre en Colombia. “Las poblaciones con menos recursos, más vulnerables son las más afectadas. Especialmente las comunidades afrodescendientes y, sobre todo, las mujeres, cuya carga de trabajo y necesidades se ven multiplicadas.”
Seguridad alimentaria en riesgo
El 80% de las familias que dependen de las piscifactorías, recolección de moluscos y camarones están directamente afectadas. Han perdido todos sus cultivos. “Nos hemos encontrado con que un gran número de niños y niñas muestran signos de afecciones respiratorias, hongos, alergias, erupciones en la piel, dolores de cabeza o diarrea. Actualmente no cuentan con ningún tipo de asistencia”, apunta Juliana Ruiz, responsable de programas de Acción contra el Hambre en Colombia. “La mancha de aceite persiste, a pesar de las acciones de limpieza. Mientras, adultos y niños continúan bebiendo y lavando en los ríos, un hecho que pone de relieve la unión cultural que esta comunidad tienen con sus ríos.”
Las comunidades de Tumaco y Canaupí se han visto continuamente afectadas por el conflicto armado. Las frecuentes restricciones de navegación, debido a que el río, única vía de comunicación, está bajo el control de grupos armados, dificultan enormemente el acceso a la zona. Además, la población se ve forzada a desplazarse de una aldea a otra.
Teniendo en cuenta la tendencia de 2015, es previsible que este tipo de sucesos continúen produciéndose. Esto significa que llevará bastante tiempo recuperar las fuentes de agua en condiciones adecuadas para el uso de la población. “El número total de personas afectadas puede ser mayor. No es posible colocar barreras de contención y comenzar las labores de limpieza debido a la imposibilidad de acceder al río por cuestiones de seguridad. Además, con las fuertes lluvias el aceite sigue fluyendo río abajo afectando a otras comunidades”, añade Juliana Ruiz.
Acción contra el Hambre responde
La mejora del acceso a una fuente de agua segura y a unas condiciones higiénicas adecuadas se están poniendo en marcha de manera prioritaria a través de la distribución de filtros, depósitos y contenedores de agua, mosquiteras, jabón y kits de higiene, y de la formación para mejorar las prácticas de higiene. “Acción contra el Hambre forma parte de diversos mecanismos de coordinación en el país con autoridades locales y agencias de las Naciones Unidas, que nos permiten tener una mayor y más eficaz presencia en toda la región”, añade José Luis Barreiro, director de Acción contra el Hambre en Colombia. “Como organización humanitaria que operamos bajo los principios de neutralidad e independencia, esperamos que los pasos que se están dando para buscar una solución al conflicto sirvan para evitar estas situaciones que añaden más sufrimiento a la población civil.”
“Tras esta primera fase de emergencia ya estamos trabajando en el diseño de acciones que buscan mejorar la calidad del agua de fuentes alternativas, como los sistemas de recolección de agua de lluvia, de manera que “la gente pueda consumir y lavarse con agua segura”.